Diciembre es el mes de los relatos navideños, momento de volver a disfrutar Mi Pobre Angelito (Home Alone, 19990), Duro de Matar (Die Hard, 1988) y Realmente Amor (Love Actually, 2003), una tradición tan arraigada como el pan dulce y las cañitas voladoras. Después de los festejos, seguramente, entraremos en modo “temporada de premios”, dándoles la bienvenida a esos estrenos de prestigio (postergados) que sonaran repetidamente en cada ceremonia hasta bien entrado el mes de marzo.
Mientras los superhéroes y las películas pochocleras se toman un descanso, ¿qué miramos? Y se nos ocurrió rescatar un subgénero que, de tanto en tanto, encuentra su lugar para volver a brillar en la pantalla grande: el cine catástrofe. Ligada a la ciencia ficción, la aventura, el drama y el terror, podemos decir que esta rama de la ficción es bastante amplia y abarca desde desastres naturales (o provocados) hasta invasiones alienígenas, pasando por accidentes masivos o el mismísimo apocalipsis zombie. En cualquiera de los casos, la constante se mantiene: un grupo de individuos –o la humanidad en su totalidad– se encuentran en peligro inminente, y la acción se suele dividir entre aquellos que buscan una solución y los que intentan sobrevivir, tal vez, para la secuela.
Historias ficticias o basadas en hechos reales cuyo (primer) apogeo llegó en la década del setenta junto a exitazos como Aeropuerto (Airport, 1970), La Aventura del Poseidón (The Poseidon Adventure, 1972) o Infierno en la Torre (The Towering Inferno, 1974). Clásicos que sentaron las bases y una estructura narrativa muy reconocible, concentrada en la acción, los efectos especiales de vanguardia y el dramatismo de sus relatos personales protagonizados por los mejores actores de la época, conjugando calidad y entretenimiento por partes iguales.
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Más allá de los héroes y villanos y las escenas de destrucción masiva que no pueden faltar, algunos realizadores también aprovechan y dejan entrever muchas de las cuestiones que, en definitiva, resultan ser las causantes de estas calamidades naturales, o ambientales; una palabra más de “moda” por nuestros días, atada a la concientización y la exposición de los problemas (el efecto invernadero, la explotación de los recursos, el abuso de la tecnología, el desarrollo industrial) que experimenta nuestro querido planeta.
Como es de esperar, la madre naturaleza es una gran protagonista, con sus incendios forestales, inundaciones, avalanchas, volcanes o cuerpos celestes que pretenden chocar contra la Tierra. Si tomamos cualquiera de los ejemplos que entran en esta categoría –Terremoto (Earthquake, 1974), Twister (1996), Armageddon (1998), Lo Imposible (2012)– los tropos se mantienen, pero cuando estas historias se cruzan con la ciencia ficción apocalíptica la cuestión se pone más interesante y pesimista, ya que intenta anticipar estos fenómenos y advertirnos que los errores acumulados pueden tener terribles consecuencias en un futuro… no tan lejano.
Cada una a su manera (más o menos sutil), Cuando el Destino Nos Alcance (Soylent Green, 1973), Waterworld (1995), El Día Después de Mañana (The Day After Tomorrow, 2004), Wall-E (2008), Mad Max: Furia en el Camino (Mad Max: Fury Road, 2015) o No Miren Arriba (Don’t Look Up, 2021), se hacen eco de estos problemas y recalcan los mensajes, sin dejar de lado la espectacularidad y los actos heroicos que se acompañan con un gran balde de pochoclo. Una “fascinación” de Hollywood por el género que renace cada veinte o veinticinco años, aunque los ejemplos más recientes carecen del dramatismo y el impacto visual de sus grandes antecesoras.
Después de aquella primera oleada de los años setenta, el cine catástrofe volvió triunfal a mediados de los noventa entre asteroides asesinos y volcanes en erupción, alcanzando la cima del mundo con la historia de amor entre Jack y Rose mientras se hunde el Titanic. Muy poco de lo que vino después consiguió entrar al panteón, a pesar de tener toda la tecnología y el CGI de su lado. Ni Everest (2015), ni Terremoto: La Falla de San Andrés (San Andreas, 2015), mucho menos Geo-Tormenta (Geostorm, 2017) o Moonfall: Impacto Lunar (Moonfall, 2022) hicieron mella en la audiencia, dejando el lugar vacante para ese gran hit que todavía seguimos esperando. ¿Tienen una peli favorita?
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