Puede haber empezado como un meme, una tendencia muy propia de las redes sociales, de esas que se evaporan cuando aparece la siguiente, pero Barbenheimer se convirtió en algo más que el enfrentamiento de dos películas –muy diferentes– que se estrenan el mismo día. A simple vista, Oppenheimer (2023) y Barbie (2023) están en extremos totalmente opuestos, pero no son películas tan distintas. Bueno, sí, pero las marca su aura de ‘originalidad’, donde la espectacularidad se encuentra con la visión autoral de sus responsables: Christopher Nolan y Greta Gerwig, respectivamente.
En un panorama cinematográfico donde los grandes tanques del verano estadounidense y las franquicias parecen no haber encontrado la fidelidad de su público –Flash, Transformers, Indiana Jones y Ethan Hunt comenzaron sus recorridos en las boleterías por debajo de los pronósticos–, los espectadores apostaron por una “doble función” y abrazaron la competitividad fortuita del Barbinheimer anticipando lo que podría ser uno de los mejores fines de semana para la taquilla alrededor del mundo.
Un poco por seguir el juego de las propias redes y no quedarse afuera y otra tanto por curiosidad, la gente no dudó en comprar sus entradas para asistir al estreno de estas dos cintas que van a dar de qué hablar. Incluso, algunas cadenas de cines en los Estados Unidos se sumaron a la movida ofreciendo el doble programa y acumularon unos 40 mil tickets vendidos. La expectativa asociada a sus directores y las buenas críticas que recibieron ambas películas –93% para Oppenheimer y 89% para Barbie en Rotten Tomatoes– hicieron el resto. Pero detrás del fenómeno hay algo más: puede ser que el público esté preparado para ‘otro tipo de cine’.
La pandemia obligó a los espectadores a alejarse de las salas y conformarse con la comodidad del sillón y los lanzamientos del streaming. Funcionó para calmar ansiedades mientras superábamos el aislamiento involuntario, pero apenas se abrieron las salas las audiencias reaccionaron y volvieron sin dudarlo. ¿La diferencia? Se pusieron un poco más quisquillosos (¿selectivos?) a la hora de invertir su dinero.
La taquilla está retomando los números de 2019 previos al COVID, aunque esto no se refleja en todos los lanzamientos, incluidos los blockbusters más esperados. Y ahí es donde entra en escena el Barbinheimer con su gran propuesta de buen cine y, sobre todo, una bocanada de aire fresco. La comedia ‘rosa’ (muy rosa) de Gerwig se apoya en la sátira para meterse de lleno en el universo de las IP (propiedades intelectuales) y jugar con su objeto de estudio para enviar los mensajes correctos sobre patriarcado, deconstrucción y feminismo.
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Nolan y Universal –su nueva casa productora– se la juegan un poco más, lanzando un drama histórico de tres horas de duración en pleno descanso vacacional. El viaje intimista (y por momentos surrealista) del creador del “padre de la bomba atómica” se aleja un poco de la clásica propuestas espectacular del director, pero no de su manera de contar y ahí está la cuestión. Nolan sigue siendo uno de los pocos realizadores que llena butacas con solo su nombre, y esto ya se puede apreciar en los primeros reportes del día de estreno de Oppenheimer, donde los números superan a varios de sus hits anteriores.
El cine necesita de ambas películas: la IP con proyección de franquicia, pero con buenas ideas detrás, y el drama adulto con reflexión (camuflado de blockbuster) al que los estudios temen apostar desde hace rato. Al final del día, el Barbinheimer podría convertirse en el verdadero héroe de la temporada (perdón, Tom Cruise) y no solo salvar la taquilla, sino demostrar que el público está más que dispuesto a llenar las salas cuando el contenido lo amerita. No necesitamos saber quién será el ganador de este ‘enfrentamiento’. Realmente ya no importa. Con el #Barbinheimer ganó el cine y, por ende, ganamos nosotros.
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