Gareth Edwards tiene una filmografía bastante escueta, pero no por eso, menos espectacular. Después de debutar en la pantalla grande con Monsters (2010), siguió con el reboot de Godzilla (2014) y su ‘coronación’ con Rogue One: Una Historia de Star Wars (Rogue One, 2016). Ahora se despacha con Resistencia (The Creator, 2023): una nueva aventura de ciencia ficción, totalmente original, muy a tono con la amenaza latente de la inteligencia artificial; acá enfrentada a la raza humana en una guerra sin cuartel.
John David Washington, Gemma Chan, Ken Watanabe, Sturgill Simpson y la pequeña Madeleine Yuna Voyles son los protagonistas de esta historia que nos lleva unos 50 años adelante en el futuro. Joshua (Washington), un ex agente de las fuerzas especiales de Estados Unidos, que todavía no supera la pérdida de su esposa (Chan), tiene la misión de cazar y matar al Creador: el escurridizo responsable de la IA más avanzada, además de una misteriosa arma secreta con el poder de acabar con el conflicto. Joshua y su equipo de élite deben infiltrarse en territorio enemigo –Nueva Asia–, refugio de los seres artificiales y sus aliados de carne y hueso.
Resistencia llega a los cines el próximo 28 de septiembre y pudimos participar de la conferencia de prensa, donde Edwards contó algunos (no todos) secretos de esta gran producción llena de acción y reflexiones sobre nuestra naturaleza.
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La inspiración puede venir de cualquier parte
Resistencia es una historia original, algo bastante raro en el Hollywood de hoy en día. Gareth escribió el guion junto a Chris White y Hossein Amini, en base a varias ideas que surgieron durante un viaje por las rutas de Estados Unidos, cuando el realizador y su novia decidieron ir a visitar a los padres de ella en Iowa, al otro lado del país.
“Acababa de terminar Star Wars y necesitaba un poco de descanso. Lo mejor de haber terminado una película es que tu cerebro se borra, se formatea como un disco duro y te queda como un lienzo en blanco”. Edwards no pretendía empezar a desarrollar su próxima película, pero… “Me acababa de poner los auriculares y estaba mirando por la ventana. Atravesamos una especie de zona de tierras de cultivo con pasto alto y había una fábrica al pasar, con lo que parecía un logo japonés”. Su cerebro alimentado por años de ciencia ficción no pudo evitar armar conjeturas y se imaginó una fábrica de robots o algo por el estilo: “Imaginate que sos un robot construido en una fábrica y salís por primera vez al mundo. Todo lo que viste es el interior de este edificio y, de repente, ves hierba, árboles y el cielo. ¿Cómo se sentiría esa experiencia?”.
La reflexión pasó tan rápido como el paisaje por la ventanilla, pero el pequeño momento cinematográfico que visualizó se quedó dando vueltas en su cabeza a lo largo de los próximos cuatro días. “Para cuando llegamos a la casa de los padres de mi novia, ya tenía los conceptos básicos de toda la película planificados, lo cual es realmente raro”.
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80 millones y ocho países
Inspirado por los métodos de George Lucas al momento de filmar La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977), Gareth quiso evitar las pantallas verdes, los decorados digitales y los escenarios construidos dentro de los sets. En cambio, estrujó cada centavo de su presupuesto de $86 millones de dólares y apostó por un rodaje más naturalista en locaciones reales. Al mejor estilo ‘guerrilla’, fue de país en país con un equipo técnico súper reducido, captando imágenes de 80 lugares diferentes alrededor del mundo, que luego se fundirían con los efectos especiales en la post-producción.
En vez de diseñar un mundo de ciencia ficción para luego recrearlo en distintos escenarios, el realizador y su equipo le apostaron al proceso inverso y adaptaron la estética visual de su película a esas locaciones que ya existen en la realidad: “Elegimos cuidadosamente, como los volcanes de Indonesia, los templos budistas en el Himalaya, las ruinas de Camboya y las aldeas flotantes. Fuimos a ocho países diferentes y rodamos la película de forma mucho más parecida a una cinta independiente”. Con todo este material en mano, el diseñador de producción, el artista conceptual y los genios de Industrial Light and Magic (entre otras compañías de FXs) terminaron de darle forma a Resistencia durante la etapa del montaje.
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La IA, ¿buena o mala? La visión de Gareth Edwards
Cuando Edwards comenzó a escribir el guión de Resistencia, allá por 2018, la inteligencia artificial tenía un significado muy distinto, al menos, en Hollywood. Esta no es la primera película (ni serie de TV) donde las máquinas se rebelan, pero algunas alegorías se mantienen: “La IA es una especie de metáfora para las personas que son diferentes a nosotros. Así empezó, pero luego, en el último año, se convirtió en una gran realidad, y todo se volvió muy surrealista”. Al contrario de muchos de sus personajes, el director no la ve como una amenaza, sino como una herramienta poderosa que puede ayudar en muchos aspectos y, a la larga, lo positivo superará a lo negativo.
Pero, ¿qué inspiró la decisión de plantear esta historia como un enfrentamiento entre Estados Unidos y Nueva Asia?
“Probé muchas permutaciones diferentes, como Europa y América del Sur. Se convirtió en la forma más sencilla y clara de dividir el mundo en dos. De chico, había estado de vacaciones en Asia y me dejó alucinado. Además, uno de los grandes trucos que a George Lucas le salió tan bien, y que aprendí de Star Wars cuando la filmamos, es tomar cosas de ese pasado distante, como la espiritualidad, historias religiosas, mitología, y luego combinarlas con cosas del futuro lejano, como naves espaciales y robots, y nada intermedio. Y más que en cualquier otro lugar del mundo, creo que eso sucede con más frecuencia en el sudeste asiático”, concluye el director, dejando en claro que le encantan esos polos opuestos y esos contrastes visuales.
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