Glicked, la unión entre Gladiator II y Wicked, busca convertirse en el nuevo Barbenheimer. Pero, ¿lo está consiguiendo?
Desde el estreno de Barbie (2023) y Oppenheimer (2023), un lanzamiento conjunto –y no planeado– que generó uno de los éxitos de taquilla más resonados de los últimos años, los estudios de Hollywood hacen lo posible para replicar el fenómeno cultural y financiero, olvidándose que Barbenheimer nació desde las redes sociales, impulsado por los fans (y no tanto) dispuestos a disfrutar de esta doble función.
Cabe aclarar que los estrenos simultáneos y la contraprogramación no son una novedad del siglo XXI, pero sí los tiktokers y semejantes que contribuyeron a la movida. Los mismos que, ahora, intentan repetir la experiencia de la mano de Wicked (2024) y Gladiador II (Gladiator II, 2024), dos películas opuestas que llegaron a las salas de Estados Unidos –y varias partes del mundo– el pasado 22 de noviembre, marcando, apenas, la quinta ocasión en que dos cintas logran acumular más de 50 millones de dólares el mismo fin de semana (la primera vez fuera del verano boreal), y solo la segunda vez que una de esas películas supera los 100 millones de dólares, después de Barbenheimer.
Tanto la adaptación del musical de Broadway dirigida por Jon M. Chu como la secuela de Ridley Scott superaron las expectativas, pero se quedaron un poco cortas en comparación a la taquilla de sus predecesoras en tándem. Igualmente, Wicked rompió más de un récord con sus 112.5 millones acumulados durante el fin de semana, y Gladiador II casi dobló los 34.8 millones de la primera entrega, recaudando 55 millones en el país del norte. El éxito comercial de ambas películas ya está asegurado a nivel global, más cuando pensamos en las festividades norteamericanas y sus feriados que atraen más gente a las salas; pero no hay que descuidar a la competencia que se viene con los estrenos fuertes de fin de año, como Moana 2 o Mufasa: El Rey León (Mufasa: The Lion King).
¿La gran diferencia entre Glicked y Barbenheimer? La falta del fenómeno cultural que acompañó a las películas de Greta Gerwig y Christopher Nolan, y se extendió hasta bien entrada la temporada de premios. Todavía está por verse cómo el éxito de taquilla de Wicked en los Estados Unidos –impulsado por los fanáticos del musical, que lleva 20 años de suceso en los escenarios del mundo, y los de Ariana Grande– va a repercutir en los votantes de la Academia y de las diferentes asociaciones de críticos que no siempre se inclinan hacia las producciones más comerciales. Lo mismo con la secuela de Scott, cuyas críticas están muy por detrás de la cinta original, ganadora del Oscar a Mejor Película en el año 2001.
Como ocurrió con Barbenheimer, Glicked tiene el desafío de conquistar a los espectadores, más allá de su público objetivo. Ese es el verdadero reto que ambas películas tienen por delante, para que podamos entender su trascendencia cultural.
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