domingo, abril 6, 2025

David Fincher se ha vuelto un poco controvertido con el paso del tiempo, pero eso no significa que su filmografía no siga estando plagada de joyas.

No sabemos si, con los años el director se volvió más sabio, pero sí más quisquilloso a la hora de elegir sus futuros proyectos. Su alianza con Netflix lo alejó de la experiencia cinematográfica y lo acercó a más de un dicho polémico sobre la industria, el favoritismo por las plataformas de streaming y los derechos de los actores y guionistas durante las huelgas de 2023.

Aunque todo eso ya quedó atrás (por ahora), porque el director parece estar planificando su próxima película: una nueva historia dentro del universo de Había una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, 2019), con guion del propio Quentin Tarantino y el regreso de Cliff Booth (Brad Pitt). Mientras esperamos para ver cómo resulta esta colaboración, repasamos algunos de esos títulos que convirtieron a Fincher en uno de los grandes exponentes del séptimo arte posmoderno. 

PECADOS CAPITALES (SE7EN, 1995)

Un detective veterano a punto de retirarse (Morgan Freeman) y su novato reemplazo (Brad Pitt) van detrás de un asesino serial que utiliza los siete pecados capitales como guía para cometer sus atroces homicidios. 

De esta manera, el thriller psicológico da un giro de 180° y se aclimata a esa oscuridad –tanto literal como metafórica– que le impregna el realizador. Una estética única, plagada de personajes ambiguos, violencia aludida, espacios sórdidos y laberínticos, y recovecos claustrofóbicos que no hacen más que despistar al espectador. De esta manera, Fincher abandona casi por completo su affair con el mundo de la música para meterse de lleno en la ‘oscuridad’ del cine.

AL FILO DE LA MUERTE (THE GAME, 1997)

Con esta tercera película, un tanto olvidada, el cineasta hace lo que mejor le sale: engañar al espectador y sumirlo en un juego truculento plagado de misterios. Nicholas Van Orton (Michael Douglas) es un adinerado y solitario banquero de San Francisco que está a punto de cumplir 48 años (misma edad en la que su padre se suicidó). 

Su vida se empieza a poner patas para arriba cuando Conrad (Sean Penn), su problemático hermano, lo introduce en el mundo de Consumer Recreation Services (CRS), una compañía un tanto inusual dedicada al entretenimiento. A partir de ahí, Nicholas debe enfrentar un montón de situaciones extrañas, algunas un tanto peligrosas.

EL CLUB DE LA PELEA (FIGHT CLUB, 1999)

Fincher toma como punto de partida la novela homónima de Chuck Palahniuk y, a pesar de no enamorar a los críticos, logra convertirla en un clásico de culto para más de una generación… que no siempre comprendió su verdadero significado. 

La historia de este ‘hombre común’ –aburrido de su rutina dentro de una sociedad estadounidense dominada por las grandes compañías y el consumismo–, que decide combatir sus frustraciones creando un club clandestino devenido en una organización anticapitalista y anti corporativa, no solo se convirtió en uno de las cintas más analizadas y controvertidas de finales de los noventa, sino en toda una metáfora del cambio en la vida política del país, que se avecinaba por aquel entonces.

RED SOCIAL (THE SOCIAL NETWORK, 2010)

Fincher consigue su segunda nominación al Oscar gracias a la controvertida historia de Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg): el estudiante de Harvard que creó la red social que hoy conocemos como Facebook. 

Un mirada incisiva a sus complicadas relaciones personales y las múltiples demandas que tuvo que afrontar por parte de aquellos que reclamaban la autoría del sitio, incluyendo a su ex mejor amigo y ex socio, Eduardo Saverin (Andrew Garfield), quien fue apartado de este negocio millonario. Eisenberg se hace odiar gracias a su eterna verborragia y los afiladísimos diálogos de Aaron Sorkin, ganador de la estatuilla dorada. 

PERDIDA (GONE GIRL, 2014)

Fincher resultó ser el director más idóneo para llevar a la pantalla grande el bestseller homónimo de Gillian Flynn. El thriller protagonizado por Ben Affleck y Rosamund Pike tiene todos esos elementos que el realizador tanto adora y sabe resaltar: una trama retorcida, personajes aún más retorcidos, la posibilidad de plasmar los desgastes del matrimonio, los conflictos financieros, el frenesí de los medios por una exclusiva y, por supuesto, esa gran trama policial y llena de suspenso que le dieron buena fama. 

Acá, tras la desaparición de su esposa, Nick Dunne (Affleck) se convierte en el principal sospechoso, pero nada es lo que parece dentro de esta relación amorosa bastante compleja.  

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Jefa de redacción. Nolaniana incurable. DC me da y me quita.