Para celebrar el Alien Day, repasamos otras cinco películas donde los astronautas no la pasan tan mal… o tal vez, sí.
La fascinación del hombre por el espacio es tan antigua como la civilización misma. Desde los comienzos del séptimo arte, virtuosos como Georges Méliès y su Viaje a la Luna (Le voyage dans la lune, 1902) nos llevaron de paseo por la imaginación y los avances científicos, a medida que el ser humano se iba acercando a las estrellas… pero también a sus peligros.
Hoy, a meses del 55° aniversario del alunizaje del Apolo 11, ese amor por los viajes estelares parece no tener techo, ya sea desde la realidad científica o desde la ficción cinematográfica que, 45 años atrás, nos regaló una de sus historias más terroríficas y claustrofóbicas.
No, todavía no es el cumpleaños de Alien – El Octavo Pasajero (Alien, 1979), pero la película dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Sigourney Weaver tiene su propio día de celebración. ¿Por qué, desde el año 2016, cada 26 de abril se festeja el ‘Alien Day’? La fecha hace referencia al momento de la llegada de la tripulación de la Nostromo al planeta Acheron –o LV-426, según su designación planetaria–, hogar de los temidos xenomorfos. De ahí se sugiere el número 426 que, traducido al formato inverso que utilizan en Estados Unidos, nos da como resultado 4/26 o 26 de abril como excusa para los festejos.
Mientras esperamos el estreno de Alien: Romulus (2024), nueva entrega de la franquicia bajo las órdenes de Fede Álvarez, repasamos otras aventuras espaciales menos terroríficas, pero no escasas de contratiempos para sus tripulantes.
2001: Odisea del Espacio (2001: A Space Odyssey, 1968)
Stanley Kubrick hace gala de toda su meticulosidad, obsesiones y talento y nos ofrece una visión del futuro (no tan lejana) que pone la piel de gallina. Este análisis contemplativo de la evolución humana, sus aciertos y sus errores, se mezcla con un increíble (y verosímil) escenario espacial, incluso antes de la llegada del hombre a la Luna.
Un extraño monolito aparece enterrado en la superficie del satélite. Cuando se confirma que el origen de esta “cosa” proviene del planeta Júpiter, una misión comandada por humanos, con la ayuda de una inteligencia artificial, se encargará de resolver el misterio de su verdadero origen.
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Interestelar (Interstellar, 2014)
Christopher Nolan plantea un futuro (cercano) bastante complicado para la raza humana y nuestro planeta. La solución está más allá de esta galaxia y un grupo de intrépidos aventureros se adentrará en los confines del espacio para tratar de encontrarla.
La película –basada en las hipótesis científicas de Kip Thorne, contemporáneo y amigo de Stephen Hawking– se acerca a la ciencia ficción como solo su director sabe hacerlo: por el lado del hiperrealismo, una trama que mezcla el drama familiar con unos cuantos giros narrativos, algunas críticas al consumismo y un arsenal de efectos especiales que rozan más lo artístico que el espectáculo.
Solaris (1972)
Sombría, minimalista y simbólica. Andréi Tarkovski se explaya sobre las complicadas relaciones humanas y la materialización de los deseos más profundos, además de volver a recalcar la eterna cuestión del miedo ante lo extraño y desconocido. Un científico es enviado a una estación espacial que orbita un distante planeta (el cual podría albergar algún tipo de vida extraterrestre) para averiguar qué le pasó a la tripulación que, al parecer, perdió la cabeza. Lo que no se espera encontrar, pero se le aparece, es su difunta esposa; uno de los tantos misterios que esconde esta adaptación de la novela de Stanisław Lem.
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High Life (2018)
La primera obra en inglés de la realizadora francesa Claire Denis nos lleva a los confines del espacio donde Monte (Robert Pattinson) tiene la tarea de cuidar a la pequeña Willow, aparentemente, los dos únicos seres con vida dentro de una nave que viaja sin rumbo.
¿Cómo llegamos hasta acá? A través de diferentes flashbacks, la realizadora nos cuenta la odisea de un grupo de jóvenes criminales que se prestan para una travesía por l agalaxia hasta un agujero negro que podría resolver todos los problemas energéticos en la Tierra. Pero dentro de la nave también se llevan a cabo extraños experimentos de reproducción humana, cortesía de la doctora Dibs (Juliette Binoche).
El Planeta Desconocido (Forbidden Planet, 1956)
Esta pequeña maravilla sci-fi de la década del cincuenta es una precursora de todo lo que vino después relacionado con el género ‘espacial’, además de ser la primera película donde los humanos viajan a través del cosmos y viven sus aventuras en un lugar alejadísimo de la Tierra.
El guion de Cyril Hume toma como punto de partida La Tempestad de William Shakespeare para describir a los personajes y la ambientación, pero su trama puede relacionarse con ciertos aspectos de nuestra historia y el inconsciente colectivo planteado por la teoría de Carl Jung. Y ni hablar de que es el debut en pantalla de Robby, el robot.
De yapa: Contacto (Contact, 1997)
Robert Zemeckis se mete de lleno en la ciencia ficción y adapta la novela homónima de Carl Sagan, publicada en 1985. La ciencia y la religión –o mejor dicho, la fe– chocan inevitablemente en esta odisea espacial que tiene a la científica Eleanor ‘Ellie’ Arroway (Jodie Foster) como protagonista.
Con todo su raciocinio a cuestas, la chica se embarca en la misión más esperada de todos los tiempos: el primer contacto con vida extraterrestre, pero lo que encuentra del “otro lado” no puede ser explicado (ni por ella, ni por nadie) tan fácilmente.
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