Hay películas que logran envejecer positivamente y continuar tan vigentes como en sus tiempos, pero hay otros clásicos que no.
Vivimos una era que pide revisionismo. No es necesario salir a cancelar y borrar de un plumazo las obras de Alfred Hitchcock, Woody Allen o Roman Polanski, pero sí tenemos que distanciarnos y mirarlas con otros ojos, más críticos y analíticos. El debate de la separación entre la obra y el artista es interminable, pero hay clásicos que debemos revisar aunque parezcan ‘intocables’.
Hoy, cuesta volver a ver ciertas películas que cargan con mensajes, contextos y artistas imposibles de tolerar en el presente. ¿Coinciden con estos ejemplos? Se viene la polémica.
¡ESTÁN MALDITAS!: 5 PELÍCULAS TERMINADAS QUE NO LLEGARON LA CINE
Atracción Fatal (Fatal Attraction, 1987)
Dan Gallagher (Michael Douglas) está felizmente casado y es padre de una nena hermosa, aunque no puede evitar caer bajo los ‘influjos’ de su colega Alex Forest (Glenn Close). Para él, la relación no pasa de un único fin de semana apasionado, pero para ella –una mujer madura, sexy e inteligente–, el rechazo no es una opción y no se va a tomar las negativas de muy buena manera.
La moraleja de aquel entonces: no te encames con cualquier loca que se te cruce por el camino porque, cuando te descuidás, te hierve el conejo. La película de Adrian Lyne nunca se hace eco de las enfermedades mentales (algo de lo que Close se arrepiente hoy en día) y solo condena a la mujer, en vez de al protagonista masculino que engaña a su esposa y pone en riesgo a su familia.
Belleza Americana (American Beauty, 1999)
Con el padrinazgo de Steven Spielberg, Sam Mendes se aleja de los escenarios de Londres y Broadway para debutar en la pantalla grande y, de paso, llevarse cinco estatuillas doradas –incluyendo la de Mejor Película y Mejor Director– gracias a la historia de Lester Burnham (Kevin Spacey), cuarentón en plena crisis de la mediana edad que ya no tolera a su mujer y su aburrida vida suburbana.
Esa casita de cerca blanca y jardín impecable esconde mucho más de lo que se puede ver a simple vista: encubre unas cuantas miserias y el reflejo de la “verdadera sociedad americana” que se reprime puertas adentro y se desboca cuando creen que nadie los mira. Acá, Spacey es el objeto de deseo (y viceversa) de una adolescente bastante confundida. La relectura que podemos hacer a más de veinte años de su estreno es muy diferente, demostrando cómo fueron cambiando los parámetros, tanto en la sociedad como en la industria.
Harry el Sucio (Dirty Harry, 1971)
Arquetipo del policía duro y poco ortodoxo que persigue la justicia a su modo y carece de cualquier límite ético: el antihéroe que hoy conocemos. Harry Callahan es, por lejos, uno de los personajes más emblemáticos en la carrera de Clint Eastwood –del séptimo arte y de la cultura pop–, pero también es uno de esos role models vetustos y demodé que no parecen tener más cabida en la moral del siglo XXI.
El típico “dispara y después pregunta”, mientras te tira alguna frase de cabecera, tan cargado de lugares común es que hasta Sledge Hammer se rió (y salió mejor parado) de sus muecas y su postura recia. Lamentablemente, a Clint se lo comió el personaje y empezó a destilar esa misma ideología cuando se paró detrás de las cámaras.
Lo que el Viento Se Llevó (Gone with the Wind, 1939)
Una manipuladora, malcriada e insoportable joven sureña hace todo lo que está a su alcance para conseguir al hombre que desea, salvar su propiedad y su estatus de vida durante los agitados tiempos de la Guerra Civil estadounidense. Basada en la novela homónima de Margaret Mitchell (ganadora del Premio Pulitzer), la epopeya de Scarlett O´Hara (Vivien Leigh) se convirtió en una de las películas más emblemáticas del séptimo arte.
Uno de los films más caros y galardonados en su momento, y uno de los clásicos que más muestra la hilacha cuando se trata de explorar el racismo que tanto les pesa a los norteamericanos. Su contexto –filmada en la década del treinta– está alejadísimo de los triunfos de la lucha por los derechos civiles y de los derechos femeninos, y su debate más actual se quedó a medias.
5 PELÍCULAS PARA VER ANTES DE BLINK TWICE
Expreso de Medianoche (Midnight Express, 1979)
Alan Parker quiso ser ‘fiel’ a los hechos reales en los que se basa este drama, ambientado en 1970, pero por momentos se le va un poco la mano con la violencia gratuita. Oliver Stone es el responsable del guion que nos cuenta la historia de Billy Hayes (Brad Davis), un joven estadounidense detenido por posesión de hachís en el aeropuerto de Estambul y condenado a cuatro años de prisión para dar un castigo ejemplar a los traficantes de drogas.
Sometido a todo tipo de vejaciones y torturas en un ambiente casi infrahumano, Billy logra sobrevivir, en parte, gracias a la ayuda de otros prisioneros extranjeros, entre ellos, Max (Hurt): un inglés adicto a la heroína, pero uno de los pocos hombres en los que el joven puede confiar.
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