Celebramos el aniversario número 37 del clásico de Kathryn Bigelow, Cuando Cae la Oscuridad (Near Dark, 1987).
Las comedias de terror protagonizadas por adolescentes y vampiros se volvieron extremadamente populares a mediados de la década del ochenta. La Hora del Espanto (Fright Night, 1985) y Que No Se Entere Mamá (The Lost Boys, 1987) dejaron su huella en la cultura pop, pero por debajo del radar –con un tono más serio, oscuro y temas más interesantes–, Cuando Cae la Oscuridad se convirtió en un clásico de culto y en la historia de amor definitiva, muchísimo antes de que La Saga Crepúsculo (The Twilight Saga) lo tergiversara todo.
Por aquel entonces, Kathryn Bigelow buscaba un proyecto para debutar en solitario en la pantalla grande. La realizadora quería filmar un western moderno que se alejara de los convencionalismos, pero solo recibió negativas cuando se acercó a los productores en busca de apoyo financiero junto a su co-guionista Eric Red.
Las películas del Lejano Oeste no resultaban rentables en la taquilla y le sugirieron, amablemente, que considerara la posibilidad de mezclar su historia con algún género más popular de la época. “Nos dimos cuenta que necesitábamos injertarle un elemento más vendible. Bucear entre géneros nos permitió pensar ‘fuera de la caja’, y el resultado fue una experiencia muy gratificante”, aseguró años más tarde la directora, que se decidió por dos géneros que consideraba maduros para la reinterpretación: el western y las películas de vampiros, dos estilos que ya se habían explotado en Curse of the Undead (1959) y Billy the Kid vs. Drácula (1966).
Así y todo, Cuando Cae la Oscuridad, que también toma elementos emblemáticos de las historias de motoqueros, se rehúsa a guiarse por cualquier regla concreta y desbalancea al espectador cuando este comienza a ponerse cómodo dentro de un esquema conocido.
La historia como clave
Bigelow solo tenía un largometraje en su haber, el drama The Loveless (1981) protagonizado por Willem Dafoe y codirigido junto a Monty Montgomery. Su inexperiencia para hacerse cargo de la cinta en solitario puso un poco nervioso al productor Edward S. Feldman, quien no dudó en asegurarle que sería reemplazada si, a los cinco días de rodaje, se sentía totalmente perdida en el set o las cosas se salían de control. Kathryn conservó su empleo y empezó a cimentar una carrera de grandes películas que la llevaron a convertirse en la primera mujer de la historia ganadora del Oscar a Mejor Director.
El guion nunca hace referencia a los vampiros como tal. Bigelow y Red se alejan de la mitología más tradicional, de forma deliberada, y nunca nos queda claro si existe algo que afecte a estas criaturas, más allá de la luz del día.
No sabemos si sus reflejos se perciben en un espejo o si le temen a los objetos sagrados. Por otra parte, se entiende que son extremadamente fuertes, no envejecen, sobreviven a base de sangre humana y no pueden ser destruidos por la mayoría de los métodos convencionales. “Nos esforzamos para crear casi nuestra propia mitología. Eliminamos las cruces, el ajo, las estacas, las balas de plata, y tratamos de mantenerla comprensible y accesible para el espectador”, según palabras de la directora que, en definitiva, estaba más interesada en la metáfora que se desprende de este drama sobrenatural: “Las consecuencias del amor y la atracción. Consecuencias muy graves”.
“Cada miembro de esta familia vampírica tiene su propio dilema, su propio infierno privado con el que tiene que lidiar. Severen (Bill Paxton) es la excepción, un chupasangre arquetípico sin culpa, remordimiento o arrepentimiento. El vampiro perfecto”, agrega Bigelow.
Johnny Depp y D.B. Sweeney audicionaron para el rol de Caleb que, finalmente, quedó en manos de Adrian Pasdar, en uno de sus primeros protagónicos. De todas las escenas, la del bar fue la más complicada de filmar. El rodaje se llevó a cabo en el rancho Newhall cerca de Magic Mountain (California) y fue construido desde cero con toda la intención de destruirlo en el final.
Cuando Cae la Oscuridad tuvo su estreno mundial el 12 de septiembre de 1987, en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Fue la última película producida por DEG (DeLaurentiis Entertainment Group) antes de la bancarrota, y esto repercutió en la poca publicidad que tuvo al momento de su lanzamiento, llevándola a su fracaso en la taquilla. 37 años después, sigue siendo uno de nuestros clásicos de culto favoritos, en parte, a la icónica figura de Severen (QEPD, Bill Paxton), el más antisocial y sociópata de la fauna vampírica.
¿De qué se trata?
Caleb Colton (Adrian Pasdar) es un joven cowboy que, durante una noche de parranda, cae perdidamente enamorado de Mae (Jenny Wright), una muchachita que deambula por el pueblo. Dispuesto a ganarse su corazón, el chico la lleva de paseo, pero pronto la pasión se descontrola, su compañera lo muerde en el cuello y huye sin decir palabra.
En el horizonte ya está amaneciendo y, como la camioneta no arranca, Caleb decide caminar rumbo a su casa. El sol le quema la piel, literalmente; asustado empieza a correr, pero el dolor de su cuerpo chamuscado no le permite avanzar mucho más. Una casa rodante lo intercepta en el camino: se trata de la ‘familia’ de Mae, un extraño grupo de individuos afectos a la sangre humana. Severen, el más psicótico de todos, quiere deshacerse de él, pero Caleb ya comenzó a transformarse en una criatura de la noche. Jesse, líder de la manada, le permite quedarse junto a ellos para aprender a adaptarse, a cazar y así ganarse su confianza.
Algunos datos curiosos
- James Cameron es el conductor que le tira gestos obscenos a Paxton cuando este hace dedo en la carretera.
- A pesar de los chupasangre, la palabra ‘vampiro’ nunca se menciona a lo largo de la película.
- El humo que exuda Pasdar se logró gracias a una complicada serie de tubos conectados a cinco cigarros encendidos.
- Bigelow quería la opinión de su amigo Oliver Stone, quien leyó el guion y lo describió como un haiku.
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