Todos guardamos un buen recuerdo de Smallville (2001-2011), punta de lanza para las series comiqueras del nuevo milenio y cimiento del Arrowverse: el universo compartido superheroico de DC, que la cadena The CW empezó a desarrollar a partir del lanzamiento de Arrow en octubre de 2012. Una década después, la creación de Greg Berlanti, Marc Guggenheim, Geoff Johns y tantos otros parece un recuerdo del pasado, aplastada por su propio peso –una estructura de 22 episodios por temporada que ya no funciona– y las múltiples reestructuraciones de Warner Bros., estudio productor detrás de todos estos proyectos.
Lo que comenzó con la historia de origen del justiciero de Starling City interpretado por Stephen Amell, pronto desencadenó algo mucho más grande con el arribo de Barry Allen (Grant Gustin) y The Flash. El primer cruce superheroico marcó el camino a seguir para los realizadores, que empezaron a imaginar un relato mucho más grande, diverso e inclusivo que no paró de sumar personajes y aventuras. Bajo el paraguas del ahora conocido Arrowverso, se acoplaron Supergirl, Legends of Tomorrow, Black Lightning y Batwoman, cada una con su tono particular, aunque los mismos presupuestos acotados de la televisión comercial.
Este universo comiquero televisivo parecía no tener techo y los crossovers anuales se convirtieron en un verdadero evento esperado por los fans, incluso de aquellos que no seguían todas las series. La clave de todo estaba en la diversión –admitámoslo, nunca los tomamos en serio– y funcionó, al menos, a lo largo de las primeras temporadas.
En paralelo, DC/WB puso sus huevos en otras canastas, como Gotham (2014-2019) de Fox y la fallida plataforma DC Universe, primer hogar de Titans, Doom Patrol, Swamp Thing y Stargirl. La llegada de HBO Max acogió a varios de estos huérfanos televisivos, pero la reciente fusión de Warner y Discovery terminó de sellar el destino de la mayoría y, sobre todo, del Arrowverse que ya venía contando sus días.
Pero no podemos echarle toda la culpa a los ejecutivos y sus decisiones. El desgaste hizo mella en varias producciones de The CW, y aunque el crossover Crisis en Tierras Infinitas (Crisis on Infinite Earths, 2019-2020) logró acomodar todas estas líneas diferentes, la partida de Oliver Queen anticipó un final para el resto de sus compañeros.
Tras ocho temporadas, Arrow se despidió y dejó un vacío que el universo no pudo llenar. Le siguieron Black Lightning y Supergirl, y las cancelaciones de Batwoman y Legends of Tomorrow, tal vez, la única del conjunto que merecía una segunda oportunidad. The Flash ya anunció que la novena será su última entrega y, a pesar de su renovación para una tercera tanda de episodios, todavía está en veremos el futuro de Superman & Lois, una historia que, si bien se conecta con el Arrowverse, decidió cortarse solita para no complicar tanto las cosas.
Hoy, el futuro de DC en la TV –o mejor dicho, en el streaming– está ligado a HBO Max, sus producciones originales y aquellas que convirtieron a la plataforma en su casa definitiva (Titans, Doom Patrol, Pennyworth). Hace unos días también se despidió Stargirl, pero de la mano y la producción de Matt Reeves se espera todo un nuevo batiuniverso anclado a su Batman: de entrada, la serie centrada en el Oswald Cobblepot/Pingüino de Colin Farrell y otra historia que girará en torno al Asilo Arkham.
La reciente designación de James Gunn y Peter Safran, nuevos encargados de DC Studios, abre una puerta de esperanza para la Distinguida Competencia en la pantalla grande y la chica. Gunn (quien supervisará las decisiones creativas) ya sumó su granito de arena con el éxito de Peacemaker y su versión de El Escuadrón Suicida (The Suicide Squad, 2021), y ahora solo resta esperar por lo que vendrá en materia televisiva y su conexión –o no– con aquello que ya conocemos.