martes, septiembre 10, 2024

Celebramos 35 años desde el estreno de El Secreto del Abismo (The Abyss, 1989), una de las piedras fundacionales de James Cameron.

El enamoramiento del famoso realizador con las historias acuáticas comenzó mucho antes de su travesía en el Titanic. Con The Abyss, conjuga ciencia ficción, paranoia en plena Guerra Fría y el miedo ante lo desconocido tan propio de las historias de extraterrestres de la década del cincuenta, en una idea que empezó a gestarse cuando apenas tenía 17 años.

Todo comenzó en la escuela secundaria, durante una clase de ciencias, donde el joven James aprendió sobre Francis J. Falejczyk, un experto en submarinismo convertido en el primer ser humano en respirar líquido a través de sus pulmones. Este hecho lo inspiró para escribir una historia enfocada en un grupo de científicos que trabaja en un laboratorio en el fondo del océano; una idea que fue evolucionando a través de los años, pero nunca perdió su esencia original.

Durante la filmación de Aliens: El Regreso (Aliens, 1986), el director volvió a desempolvar aquel relato después de ver un documental de National Geographic sobre los vehículos que operan en las profundidades del Océano Atlántico Norte. Estas imágenes les recordaron a sus científicos, que pronto mutaron en trabajadores –protagonistas más ‘comerciales’ para los estándares de Hollywood–, y así El Secreto del Abismo se convirtió en su próximo proyecto junto a la productora (y esposa de aquel entonces) Gale Anne Hurd.

Cameron empezó a combinar diferentes elementos y le dio forma a un guion que llamó la atención de los ejecutivos. El personaje de Lindsey Brigman (Mary Elizabeth Mastrantonio) estaba fuertemente basado en la figura de Hurd, de la cual se separó durante la preproducción y cuyo matrimonio llegó a su fin dos meses después de comenzado el rodaje. Sin dudas, estos altibajos amorosos se ven reflejados en la áspera relación que existe entre Lindsey y Virgil ‘Bud’ Brigman (Ed Harris), un componente fundamental para el desarrollo del argumento.

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20th Century Fox

El desafío del rodaje

Con un presupuesto de 70 millones de dólares, El Secreto del Abismo se transformó en una de las producciones más costosas del momento. El 40% de las escenas se llevaron a cabo bajo el agua, lo que supuso un sinfín de inconvenientes para el elenco y el equipo técnico. Todos tuvieron que pasar por un estricto entrenamiento de una semana en las Islas Caimán. Se diseñaron equipamientos especiales para mantener las comunicaciones entre el director y los actores, además de permitir la grabación del sonido de forma directa, sin necesidad de doblaje posterior. 

Cameron quería filmar en las Bahamas, pero como necesitaba tener un ambiente totalmente controlado, debido a los efectos especiales y las complejas tomas de acción, mandó a construir dos tanques especiales en una planta de energía abandonada situada en Carolina del Sur: uno de 18 metros de profundidad, capaz de albergar 28.000 m3 de agua, y otro de 9500 m3 para las escenas adicionales. 

Los actores y técnicos debían pasar mucho tiempo conteniendo la respiración, un esfuerzo físico (y psicológico) que demandó seis meses de trabajo duro y setenta horas semanales en un set completamente aislado. Ed Harris no guarda ningún grato recuerdo de la filmación y, en más de una ocasión, se rehusó a hablar de su experiencia. 

El actor casi se ahoga durante una escena, y Mastrantonio llegó a sufrir un colapso nervioso por las exigencias del rodaje, asegurando que “la película fue muchas cosas, pero realizarla no fue una de las más divertidas”. Cameron llegó a declarar que la producción fue de las peores en las que estuvo involucrado. Las dificultades de filmar en el agua crearon una gran tensión entre todos los miembros del equipo, agravadas por su excesivo perfeccionismo. 

A pesar de que El Secreto del Abismo se convirtió en uno de los grandes fracasos comerciales en la carrera del realizador, 35 años después es todo un clásico moderno del género. La película todavía tiene algunos hitos en su haber, como los revolucionarios efectos especiales –de las primeras en hacer uso apropiado del CGI–, una técnica desarrollada por Industrial Light and Magic que se llevó su merecido Oscar y fue el puntapié para crear al T-1000 en Terminator 2: El Juicio Final (Terminator 2: Judgment Day, 1991).

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La historia y curiosidades

En plena Guerra fría, las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética se ponen un poquito más ríspidas cuando el submarino nuclear estadounidense USS Montana cocha contra un objeto no identificado y va parar derechito al fondo del Océano Atlántico, más específicamente, la Fosa de las Caimán. La marina norteamericana necesita encontrar las causas de este desastre y solicita la colaboración de los miembros de una plataforma petrolera submarina para llegar al lugar donde descansa la nave… y todo el armamento que llevaba consigo. 

Un grupo de militares y civiles son asignados para llevar a cabo la tarea, pero pronto empiezan a surgir las diferencias entre ellos. Allá abajo, en la oscuridad de las profundidades, hay algo más. Para algunos, seres maravillosos y amigables; para los oficiales más paranoicos, una nueva amenaza que pone en riesgo la misión y a la cual hay que destruir a toda costa.   

  • Ed Harris casi se ahoga durante una escena y le pegó a Cameron de lleno en la cara por haber seguido filmando.  
  • Los miembros del elenco tuvieron que convertirse en buzos certificados antes de comenzar el rodaje. 
  • El agua de los tanques de filmación estaba tan clorada que el pelo de muchos actores se tiñó de verde o blanco.
  • El fluido que respiran las ratas es real y fue desarrollado por dos científicos de la universidad de Duke. 

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Jefa de redacción. Nolaniana incurable. DC me da y me quita.