viernes, octubre 18, 2024

Reflexionamos sobre el fracaso estrepitoso de Joker 2, que se encamina a convertirse en uno de los peores estrenos del año.

A menos de dos semanas de su estreno, el film ya se encamina, no solo a convertirse en uno de los fracasos de taquilla más resonados de este 2024, sino a una de las debacles cinematográficas más grandes de todos los tiempos. 

¿Cómo es posible que la secuela de un éxito multimillonario, ganador del Festival de Venecia y nominado a 11 premios de la Academia haya tenido semejante derrumbe? Las causas son varias, pero antes de señalar a un culpable, vale la pena analizar los contextos y los modelos de una industria que no parece aprender de sus errores. 

DC STUDIOS QUIERE EVITAR EL GRAN ERROR DEL MCU

Joker 2 Banner 2
WB

¿Una continuación innecesaria?

 El suceso de Guasón en 2019 tomó a todos por sorpresa. El thriller psicológico coescrito y dirigido por Todd Phillips costó apenas 55 millones de dólares y recaudó 1.079 millones a nivel mundial, convirtiéndose –en ese momento y hasta el estreno de 

Deadpool & Wolverine (2024)– en la película con clasificación ‘R’ (restringida para menores de 17 años) más taquillera de todos los tiempos. 

El drama criminal protagonizado por Joaquin Phoenix logró trascender su origen comiquero para conquistar a un público más mainstream; de ahí el verdadero éxito e impronta cultural de esta película inspirada en clásicos (y la estética) de los años setenta y ochenta, que puede sostenerse como historia individual, sin necesidad de referencias o un universo compartido. 

La continuación no formaba parte de los planes originales de Philips, que concibió el ‘origen’ de su Joker como un relato independiente. Pero el éxito inesperado, el premio mayor en Venecia y las dos estatuillas doradas que ganó la película a comienzos de 2020 implantaron una oferta demasiado atractiva, imposible de rechazar para los involucrados y el estudio (ansioso por repetir la hazaña), sin contar esa tediosa tendencia hollywoodense de convertir todo en una franquicia/saga.     

Entremedio del suceso de la primera cinta y el estreno de Guasón 2: Folie à Deux pasaron cosas: una pandemia que frenó la producción cinematográfica, la proliferación de las plataformas de streaming, y el cambio de hábito de las audiencias, que se pusieron más ‘quisquillosas’ y demandantes a la hora de elegir sus salidas al cine. Fatiga superheroica o no, las secuelas comiqueras –y las franquicias, en general– empezaron a sufrir las consecuencias de la falta de originalidad, guiones mediocres e historias demasiado entrelazadas en sus universos compartidos, que alienaron a muchos espectadores comunes.   

Marvel, DC, Misión Imposible, Rápidos y Furiosos, Transformers, Indiana Jones… Hoy por hoy, ninguna propiedad intelectual exitosa está exenta del fracaso, y aunque cada uno de estos traspiés correspondan a circunstancias muy diferentes, parece haber algunos puntos en común, como el fandom tóxico que inunda las redes sociales y la secciones de comentarios a lo largo y ancho de la Internet o los presupuestos desorbitados que no siempre se recuperan. Por ejemplo, a diferencia de la primera entrega, Guasón 2 costó alrededor de 190 millones de dólares, más otros cien en gastos de publicidad. Tras dos semanas en cartel, su recaudación global apenas roza los 166 millones, un número demasiado inferior a los 247 millones que Joker acumuló en su primer fin de semana de estreno, cinco años atrás. 

Según las evaluaciones de los expertos, la secuela de Phillips se encamina a juntar no más de 215 millones de dólares al final de su recorrido por los cines de todo el mundo, lo que se estima una pérdida de entre 150 y 200 millones de dólares para Warner Bros. Uno de los fracasos más estruendosos de los últimos años, muy a la par de The Marvels (2023), Flash (The Flash, 2023) o Indiana Jones y el Dial del Destino (Indiana Jones and the Dial of Destiny, 2023).

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Marvel Studios Capitana Marvel
Marvel Studios

La maldición de la secuela

En realidad, no existe tal cosa como “la maldición de la secuela” (o la trecuela, en todo caso), pero el título nos ayuda a ilustrar una tendencia de los últimos años: películas billonarias cuyas segundas partes se estrellaron estrepitosamente. Aquaman (2018), Capitana Marvel (Captain Marvel, 2019) y Joker recibieron críticas muy parecidas, en el rango de ‘buenas a malas’, pero rompieron récords de recaudación y superaron los mil millones de dólares en la taquilla mundial. Sus continuaciones directas –más allá de los universos que comparten– ni alcanzaron la mitad de su recaudación original y, salvo por Aquaman y el Reino Perdido (Aquaman and the Lost Kingdom, 2023), tampoco lograron recuperar su inversión millonaria. 

Partamos de la base de que las tres vienen flojas de guion; que en muchos casos, la visión artística deja un poco que desear, y que la mayoría se vio atacada por los fans más acérrimos e insatisfechos, que no obtuvieron lo que ‘ellos’ querían. Pero más allá de la calidad –una buena historia no es sinónimo de éxito y viceversa–, el error de los estudios fue subestimar el suceso ‘encapsulado’ de esas primeras películas y apostar todo, tal vez demasiado, a repetir dicha proeza. 

No hay que olvidar que Capitana Marvel explotó en la taquilla porque era una parada necesaria, y un relato de transición, que presentaba a un personaje indispensable para la conclusión de la Saga del Infinito, entre Avengers: Infinity War (2018) y Avengers: Endgame (2019), en el pico de popularidad del MCU

Aquaman tenía el sello de James Wan, el carisma de Jason Momoa, y cumplió con todo lo que ofrecía: una historia de origen un poco bizarra y entretenida, para un público general, en vez de un producto forzado que debe conectar con un universo ya establecido. Y como ya dijimos, Joker triunfó desde la estética y los guiños del thriller psicológico, alejándose del mote de película comiquera y atrayendo a una audiencia más adulta, que no siempre encuentra este tipo de apuestas en la pantalla grande. 

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Lady Gaga Joker 2 1
WB

Aprender de los errores

Con todo esto dicho, suponemos que las secuelas de Capitana Marvel y Aquaman eran inevitables en las agendas de sus respectivos estudios, por el solo hecho de formar parte de franquicias y universos tan grandes y establecidos. Pero continuar con la historia de Arthur Fleck  puede haber sido un ‘error’ desde el principio, más que nada, impulsado por el éxito comercial y las posibilidades a futuro; no tan diferente al planeamiento de una segunda parte de Barbie (2023)… o Los Goonies (The Goonies, 1985), uno de esos clásicos modernos intocables.         

La lección que los estudios deberían aprender de estos fenómenos culturales –y de los consiguientes fracasos de taquilla– es que no todo tiene que convertirse en una saga, una franquicia o un universo interconectado que parece no tener fin. Pero en este presente, donde las redes sociales amplifican la toxicidad del fandom y los argumentos de los dueños de la verdad, Guasón 2: Folie à Deux abre la puerta a otra encrucijada: darle toda la libertad creativa al director y su visión o articular un producto que se adecue a las exigencias de una parte de la audiencia; como insinúa la posibilidad de algunos estudios de crear grupos focales de súper fans para testear los proyectos de mayor envergadura. 

Esta fabricación de ‘productos a medida’ para evitar las reacciones negativas es una discusión para otro momento, aunque también se relaciona con una de las aristas del fracaso de Joker. Y más allá de que nos haya gustado o no la película, sus aciertos o desaciertos, deberíamos celebrar que WB le dio 190 millones a Todd Phillips para concretar sus ideas sin ninguna intervención. Al final del día, una película que se arriesga y tiene algo para decir, resulta más interesante que un ‘copy paste’ de la misma aventura cargada de guiños y referencias.  A veces funciona, a veces no. 

Muchos querrán culpar a Lady Gaga (una de las mejores cosas de la película) o al aspecto musical de la narración, una idea que no siempre da en el clavo, lo admitimos; a Phillips por ‘arruinar’ a un personaje tan idolatrado por los fans o al estudio por habérselo permitido. Los motivos detrás de este fracaso son varios o, mejor dicho, es una conjunción de todos ellos. Pero el gran interrogante es, ¿qué aprenderán los responsables y las audiencias para el futuro? 

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Jefa de redacción. Nolaniana incurable. DC me da y me quita.