Siempre hay injusticias y omisiones en la celebración de los premios Oscar, pero hay algunas que fueron verdaderamente sorprendentes.
La 96° entrega de los Premios de la Academia se acerca a gran velocidad, pero antes de conocer a los nuevos ganadores, repasemos un poco más el pasado de la Academia y algunas de sus decisiones más ‘polémicas’ y sus omisiones más resonadas. Al final del día, ganar una estatuilla dorada no parece tan importante, al menos, para estos grandes títulos que se quedaron con las manos vacías, pero entraron al panteón de los clásicos cinematográficos.
RED SOCIAL (The Social Network, 2010)
Para muchos, la mejor película de lo que va del siglo XXI. David Fincher logra su segunda nominación al Oscar gracias a la controvertida historia de Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg): el estudiante de Harvard que creó la red social que hoy conocemos como Facebook.
El premiado guion de Aaron Sorkin nos sumerge en las complicadas relaciones personales y las múltiples demandas que tuvo que afrontar Mark por parte de aquellos que reclamaban la autoría del sitio, incluyendo a su ex mejor amigo y ex socio, Eduardo Saverin (Andrew Garfield), quien fue apartado de este negocio millonario. A pesar de las tres estatuillas ganadas, a Fincher se le escapó el premio, que terminó en las manos de El Discurso del Rey (The King’s Speech, 2010).
APOCALIPSIS NOW (Apocalypse Now, 1979)
Basado en El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad, Francis Ford Coppola cambia la selva africana de finales del siglo XIX por la carnicería de la guerra de Vietnam, para contar la peligrosa odisea del capitán Willard (Martin Sheen), que debe infiltrarse en territorio camboyano para encontrar y eliminar al renegado coronel Kurtz (Marlon Brando), autoproclamado dios tribal.
Sin dudas, una de las mejores películas de la historia; una epopeya que redefine “el viaje del héroe”. Coppola venía de ganar en grande con las dos primeras entregas de la saga de El Padrino y, por aquel entonces, la Academia tenía más preferencia por los dramas cotidianos como Kramer vs. Kramer (1979).
RESCATANDO AL SOLDADO RYAN (Saving Private Ryan, 1998)
¿Vale la pena arriesgar ocho vidas para salvar una sola? Este es el planteo que nos deja Steven Spielberg con esta cruda epopeya ‘antibélica’, donde un pequeño batallón, comandado por el capitán Miller (Tom Hanks) debe infiltrarse tras las líneas enemigas –tras el desembarco en Normandía– para encontrar y poner a salvo al soldado James Ryan (Matt Damon), único sobreviviente de sus cuatro hermanos combatientes.
Spielberg no se fue de la ceremonia con las manos vacías (el film se llevó cinco estatuillas, incluyendo la de Mejor Director), pero todavía recordamos la cara indignada de Harrison Ford cuando le tocó leer Shakespeare Apasionado (Shakespeare in Love, 1998) como la gran triunfadora de la noche.
TORO SALVAJE (Raging Bull, 1980)
Roberto De Niro deja todo sobre el ring para interpretar la tumultuosa vida del boxeador ítalo-americano Jake LaMotta que, con la ayuda de su hermano Joey (Joe Pesci), logra hacer realidad su sueño de convertirse en campeón de peso mediano.
La fama y el éxito no vienen solos: el temperamento, la conducta autodestructiva, los celos, las infidelidades y los contactos mafiosos empujaran a Jake hasta lo más profundo de un abismo que Martin Scorsese imagina en blanco y negro. Al realizador lo vuelven a ignorar y, más allá del reconocimiento a su actor y el gran montaje de Thelma Schoonmaker, pierde ante el drama familiar de Gente como Uno (Ordinary People, 1980).
OSCAR: 5 GRANDES DIRECTORES QUE JAMÁS LO GANARON
EL CIUDADANO (Citizen Kane, 1941)
Un grupo de periodistas se embarca en la difícil tarea de descubrir cuál es el significado de las últimas palabras del magnate Charles Foster Kane. Un recuento de su vida –desde su más tierna infancia–, narrado a través de los ojos de sus allegados, familiares y conocidos.
Un joven Orson Welles debuta detrás las cámaras y le sale “la mejor película de todos los tiempos”: un complejo rompecabezas narrativo y visual que se convirtió en referente indispensable de cualquier disciplina cinematográfica.
De las nueve estatuillas a las que aspiraba, sólo se llevó a casa la de Mejor Guion Original para Orson (la única estatuilla de su carrera) y Herman J. Mankiewicz. El premio mayor fue para ¡Qué Verde Era mi Valle! (How Green Was My Valley, 1941) de John Ford. Sin comentarios.
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