And the Oscar goes to… repasamos algunos datos curiosos sobre los Premios de la Academia a días de su próxima entrega,

La entrega de los premios más codiciados de la industria cinematográfica está a la vuelta de la esquina, y no podemos esperar para descubrir quiénes serán los grandes ganadores, pero mucho más, ¿qué sorpresas nos depara esta nueva ceremonia a cargo de Jimmy Kimmel? 

A lo largo de más de nueve décadas, el Oscar nos dejó unas cuantas curiosidades… ¿O acaso creían que el plot twist de 2017 –el famoso “envelopegate”– fue la peor confusión de la historia? No, siempre hubo bochornos para llenar los titulares cuando se trata de la estatuilla dorada. 

Un secreto a viva voz

La historia de los premios de la Academia tiene varias anécdotas como la de Warren Beatty y Faye Dunaway, pero pocas superan la edición de 1940, cuando a Los Angeles Times se le escapó la revelación de los ganadores, incluso antes del comienzo de la ceremonia. 

Durante los primeros años de la entrega, la organización solía proporcionarles a los periódicos los nombres de los triunfadores por adelantado, con la condición de que no se publicaran hasta las 11 p.m. “Para consternación de la Academia”, la 12° ceremonia (celebrada el 29 de febrero de 1940) arrancó con sorpresas, ya que la edición vespertina del diario informó los resultados con una gran foto desplegada –declarando la conquista de Lo que el Viento Se Llevó (Gone With the Wind, 1939)– cuando los asistentes todavía se paseaban por la alfombra roja del Ambassador Hotel. 

La intransigencia de Los Angeles Times obligó a cambiar las reglas y al año siguiente se instauró el sistema de sobres secretos que perdura hasta el día de hoy. El cual, como ya sabemos, tampoco es un método infalible.

Competencia desleal 

A pesar de lo que digan algunos, casi todos se mueren por levantar la estatuilla dorada. La gran Mary Pickford no era para nada tímida en esto de hacer lobby, y a ella se le adjudica la primera campaña deshonesta de la historia al invitar a un selecto grupo de votantes “para tomar el té” en su mansión hollywoodense. Mary salió victoriosa por Coqueta (Coquette, 1929), pero la Academia decidió cambiar las reglas cuando fueron acusados de favoritismo.  

Campaña de desprestigio

Los encontronazos entre Hedda Hopper y Louella Parsons –grandes chimenteras de la era dorada de la meca del cine– llegaron hasta la Academia cuando esta última, gran admiradora de Orson Welles, no tuvo más remedio que boicotear a El Ciudadano (Citizen Kane, 1941) después de que la Hopper le botoneara al mismísimo William Randolph Hearst (jefe de Parsons e inspiración para Kane) de qué trataba la ‘mejor película de la historia’. Louella y sus seguidores abuchearon a Orson durante la ceremonia, pero este ni estaba presente para recoger su estatuilla a Mejor Guion Original.  

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Las cosas por su nombre

Errar es humano. En 1934, el presentador Will Rogers tenía la tarea (fácil) de anunciar al Mejor Director y tuvo la gran idea de gritar entusiasmado “Vení a buscarlo, Frank”, en vez de decir el nombre completo del ganador. 

El temita es que había dos Frank nominados: Capra por Dama por un Día (Lady for a Day, 1933) y Lloyd por Cabalgata (Cavalcade, 1933). Confiadísimo, Capra enfiló hacia el escenario, pero el verdadero ganador era su compañero de categoría.

No hay que abrir el paraguas antes de tiempo

Tras perder en dos oportunidades, la actriz Rosalind Russell llegó a la ceremonia de 1948 convencidísima de que “la tercera es la vencida”. Según ella, el Oscar a Mejor Actriz ya tenía su nombre grabado gracias a su interpretación en El Luto le Sienta a Electra (Mourning Becomes Electra, 1947), y se levantó rumbo al escenario incluso antes de que anunciaran a la ganadora… Loretta Young por La Hija del Granjero (The Farmer’s Daughter, 1947). Sin comentario, Rosalind.

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