Repasamos algunos títulos que se llevaron el Oscar a Mejor Película, pero generaron reacciones mixtas ante el reconocimiento.
Ya dejamos en claro que en la historia de los Premios de la Academia hubo grandes películas que se quedaron afuera del premio mayor, entonces, eso significa que hubo otras más ‘grandes y mejores’ que les arrebataron el honor, ¿no?
No siempre es así, y es por eso que estás más de nueve décadas de premiaciones están plagadas de injusticias, polémicas y varios bochornos, algunos de los cuales listamos a continuación. Por supuesto, el séptimo arte es subjetivo y “sobre gustos no hay nada escrito”, pero también hay omisiones que no se pueden dejar pasar. Cuando vemos a estas ganadoras (y otras tantas) solo nos queda preguntarnos: ¿en qué estaban pensando los votantes?
EL ARTISTA (The Artist, 2011)
‘Las cartas de amor’ al séptimo arte siempre calan hondo en los nostálgicos votantes de la Academia. Imagínense la mala cosecha cinematográfica de 2011, que el Oscar a Mejor Película se lo terminó llevando una coproducción franco-americana, muda y en blanco y negro, que narra la decadencia del cine no silente y de una de sus más grandes estrellas, George Valentin (Jean Dujardin), al mismo tiempo que empiezan a emerger las nuevas caras del ‘sonoro’.
La comedia romántica de Michel Hazanavicius intenta rescatar una época más simple e ingenua de la industria pero, como gran parte del cine mudo, ya nadie se acuerda que fue parte de la ceremonia.
EL ESPECTÁCULO MÁS GRANDE DEL MUNDO (The Greatest Show on Earth, 1952)
Habrá inspirado a nuestro querido Steven Spielberg, pero cuesta creer que una película sobre la dramática vida en un circo le arrebató el premio mayor a A la Hora Señalada (High Noon) y a El Hombre Quieto (The Quiet Man). Obviemos el hecho de que Cautivos del Mal (The Bad and the Beautiful) ni siquiera fue nominada… porque este escándalo nos supera.
La aventura familiar de Cecil B. DeMille tiene todo lo que le gusta a la Academia: grandilocuencia, romance, un relato superador y varios ‘primeros planos’. Nos quejamos mucho de cómo vienen actuando los votantes en estas últimas décadas, pero si miramos para atrás, las injusticias son más aberrantes cuando se trata de los clásicos más venerados.
SHAKESPEARE APASIONADO (Shakespeare in Love, 1998)
Una comedia centrada en la falta de inspiración de William Shakespeare, protagonizada por Gwyneth Paltrow, se atrevió a arrebatarle la estatuilla a Rescatando al Soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998). Hoy, 25 años después, seguimos sin digerirlo, y el estupor es mucho mayor cuando recordamos que detrás de la campaña sucia se encontraba Harvey Weinstein.
Los vestiditos de época y el romance le ganaron al drama de la Segunda Guerra Mundial, incluida también La Delgada Línea Roja (The Thin Red Line) de Terrence Malick. Así, Miramax se anotó otro puntito contra el enemigo (DreamWorks), y pocos son los que recuerdan al pobre Joseph Fiennes como el bardo.
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LA VUELTA AL MUNDO EN OCHENTA DÍAS (Around the World in Eighty Days, 1956)
Phileas Fogg (David Niven) apuesta la mitad de su fortuna afirmando que es capaz de recorrer el mundo en ochenta días, y así nos vamos de paseo cinematográfico por Inglaterra, Francia, España, India, Hong Kong, Japón y los Estados Unidos, siempre junto al simpático Cantinflas.
La aventura basada en el clásico de Jules Verne logró arrebatarle el premio a obras como Gigante (Giant), El Rey y Yo (The King and I) y Los Diez Mandamientos (The Ten Commandments), pero compensa su falta de originalidad –y sus tres horas de aburrimiento– con un sinfín de cameos famosos que incluyen a Marlene Dietrich, Buster Keaton y Frank Sinatra.
CRASH – VIDAS CRUZADAS (Crash, 2004)
El año 2005 nos dejó propuestas cinematográficas más que interesantes, y Secreto en la Montaña (Brokeback Mountain) venía con todas las chances de arrasar con los Oscar.
Finalmente, esos señores mayores y caucásicos –hablamos del votante promedio de dos décadas atrás– estaban dispuestos a abrir sus mentes para premiar una historia de amor poco convencional, pero en la recta final se coló el drama de Paul Haggis: una historia coral salida de la nada que, a lo largo de 36 horas, nos cuenta lo buena y compasiva que puede ser la gente de Los Ángeles, sin importar su raza, religión o clase social.
Uno de los bochornos más grandes en la historia de esta ceremonia, que terminó acumulando la misma cantidad de estatuillas que su principal competidora.
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