viernes, septiembre 13, 2024

Ya pasaron 4 años desde el estreno de Tenet, pero la película de Christopher Nolan sigue provocando debate.

“No trates de entenderlo, siéntelo”, le sugiere el personaje de Clémence Poésy al Protagonista (John David Washington), y el consejo nos atraviesa directamente porque, en definitiva, estamos ante una película de Christopher Nolan: realizador que no teme aplicar su enfoque personal e ‘independiente’ en esta nueva era de blockbusters con sustancia que, de alguna manera, él mismo inauguró gracias a sus aventuras superheroicas y sus intrincadas historias apoyadas en elementos de ciencia ficción (o ficción especulativa, como prefiere llamarlo). 

Si algo demostró el reciente ganador del Oscar a lo largo de su carrera, es que lo autoral y lo espectacular pueden convivir en la gran pantalla, algo que el mismo Martin Scorsese suele valorar, reafirmando que ambas cosas nos son incompatibles, sino que pueden coexistir cuando están bien encaminadas. Después de Dunkerque (Dunkirk, 2017), para muchos la mejor obra dentro de su filmografía –hasta ese momento–, Nolan tenía una ‘meta’ más que superar con su próximo proyecto, presión que se depositó aún más sobre sus hombros cuando Tenet (2020) se convirtió en la supuesta salvadora de la industria en medio de la pandemia. 

Claro, allá lejos y hace tiempo (la segunda quincena de marzo de 2020), nadie imaginaba que la cuarentena se extendería por encima del verano boreal, eliminando casi toda posibilidad de recuperar las ganancias perdidas. Para esas mismas fechas, el director plasmaba sus propios deseos de volver a las salas en un conmovedor y celebrado artículo en The Washington Post; anhelos que pronto se tornaron en su contra cuando, a pesar de varios retrasos, el lanzamiento de Tenet se volvió una realidad a partir del 26 de agosto de 2020. 

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El peor contexto

En principio, el film de espionaje resultaba la punta de lanza perfecta para invitar nuevamente a los espectadores a disfrutar de la experiencia cinematográfica post cuarentena, la cual estaría acompañada de otros estrenos de gran envergadura como Mulán (Mulan, 2020) o Top Gun: Maverick (2021). Pronto –y teniendo en cuenta que el virus no cedía terreno en Estados Unidos y otras regiones–, los estudios empezaron a dudar y a sopesar sus propias posibilidades y futuros dividendos: muchos se decidieron por el video on demand y la mayoría por esperar hasta 2021 para lanzar esos tanques encarpetados.

Para bien o para mal, el estreno de Tenet trascendió los límites del entretenimiento y se convirtió en una discusión política, donde “el salvador del séptimo arte” empezaba a ser considerado un potencial “asesino en masa”, obligando a la gente a exponerse a la enfermedad por el mero capricho cinematográfico. Ni una cosa ni la otra, ya que la mayoría de estos encabezados respondían a una necesidad de likes y clics en medio de la sequía periodística, que a un análisis más profundo sobre las pros y contras de una industria que ya venía golpeada mucho antes del arribo del Coronavirus. 

Ninguna película, ningún director, ningún estudio por sí solo era capaz de virar el timón en medio de la tormenta, pero una vez que la idea (el estreno de dicho blockbuster) se instauró en la conciencia colectiva –en los medios y en las mentes de los dueños de las salas de cine alrededor del mundo–, el daño ya estaba hecho y (al parecer) no se podía rectificar. ¿Por qué? Porque “Una idea es como un parásito: resistente, altamente contagioso. Una vez que se ha apoderado del cerebro, es casi imposible de erradicar”. 

En aquel escenario tan incierto, el realizador tenía mucho que perder. Tenet comenzó su recorrido en la taquilla internacional (incluso antes que Estados Unidos), debutando en salas y autocines de aquellas ciudades alrededor del globo que habían habilitado sus protocolos sanitarios y volvieron a abrir sus puertas. La décimo primera película de Christopher Nolan estaba destinada a convertirse en su primer ‘fracaso comercial’ –hablamos de un presupuesto que excede los 200 millones de dólares–, pero también en la brújula que indicara el camino a seguir para los futuros lanzamientos, abrazando un estreno escalonado que ya no debe preocuparse por romper récords de recaudación en su primer fin de semana de exhibición. 

Al final de su paso por la pantalla grande, Tenet logró acumular 365 millones de dólares mundiales en lo más alto de la pandemia (la vieron unos 41 millones de espectadores), teniendo en cuenta que solo el 30% de las salas de USA estaban habilitadas, y totalmente cerradas en mercados clave como Los Ángeles, Nueva York, Miami y San Francisco. 

El ‘fracaso’ de 2020 hoy se ve con otros ojos, más cuando comparamos el contexto y los números con lanzamientos más recientes como Lightyear (2022), Flash (The Flash, 2023), The Marvels (2023) o Furiosa: De la Saga Mad Max (Furiosa Furiosa: A Mad Max Saga, 2024). ¿Cuánto hubiera recaudado la película en circunstancias normales y a pesar de las críticas mezcladas? Nunca lo sabremos, pero el posterior suceso de Oppenheimer (2023) es un buen indicador para entender que Nolan es una ‘marca’ en sí mismo, que atrae al público con cualquiera de sus proyectos.     

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El tiempo, ¿es un círculo plano?

El ‘tiempo’, como ente transformador o simple herramienta narrativa, viene colándose en la filmografía de Nolan desde sus comienzos en Following (1999). Esta obsesión se transforma en protagonista de Tenet, una idea que llevaba dos décadas formándose en su cabeza y, según contó la productora Emma Thomas, emergió en el momento justo: 

“Esta no es solo la película más ambiciosa de Chris desde el punto de vista de la producción, sino también en cómo empujó el relato más allá de los límites de lo que ya hizo en el pasado. Cuando veo su trayectoria, es como si cada uno de sus films se construyera sobre el anterior, así que este es definitivamente un producto de todos esos años que tenemos de experiencia”

Nolan le da la razón y admite que Tenet es una suerte de “apoteosis” de algunos de los conceptos que viene explorando desde esos inicios, solo que acá se vuelven literales: 

“La historia se transforma en una realidad física, cosas que antes estaba planteando estructural o metafóricamente”

Siguiendo una vez más el consejo de Poésy, no tratemos de entenderlo… justo ahora, porque para el director, lo que se ve en el papel no siempre tiene coherencia, pero todo cobra sentido cuando se aprecia de manera visual. 

“El cine en sí mismo es la ventana en el tiempo que permitió que este proyecto se haga realidad. Esta es una producción que literalmente existe porque la cámara existe”, asegura, y de esta manera podemos concebir esa otra fijación con la experiencia cinematográfica y el estreno de Tenet (y todas sus películas) “solo en cines”. 

El destino quiso que la cinta arribara en medio de una pandemia, donde las salas se convirtieron en el principal enemigo del espectador, pero parte del germen de esta historia surge de esa misma experiencia y la relación entre cómo percibimos el tiempo en la vida diaria y la forma en que lo hacemos en la oscuridad, durante la proyección, inmersos en la película y su propia temporalidad. 

“Tenet desafía nuestra manera tradicional de interpretar el tiempo, lo que distinguimos como real, nuestras conductas cotidianas. Chris se ocupa de mostrar cómo entendemos la física del tiempo, todo a través de la lente de este personaje”, afirma Washington, el Protagonista en el centro del relato.   

Tenet se rige por ideas sobre el tiempo y cómo lo experimentamos, pero sus elementos de ciencia ficción interactúan con los clásicos componentes del género de espionaje. Así es, después de la nominación al Oscar por Dunkerque, Nolan decidió volver a sus ‘pagos’ y subir aún más la apuesta, paseando al espectador por lugares (físicos y no tanto) que, hasta ahora, nunca había explorado. Habiendo rechazado varias veces la posibilidad de hacerse cargo de alguna de las entregas de James Bond, acá se dio el lujo de delinear su propio thriller de espías, sin ceder a los convencionalismos ni apartarse del estilo que lo caracteriza. 

“Crecí amando las películas de espías, es una rama divertida y emocionante de la ficción. Pero no quería comprometerme con una historia de este tipo, al menos que pudiera sumar algo fresco al género. Realmente quería encontrar una manera de revitalizarlo para la audiencia, darles una razón para observar de una manera diferente y novedosa algunos de sus tropos”, asegura el director, un verdadero fan del 007 (y de los proyectos que combinan diferentes géneros), dejando en claro que su enfoque en cuanto a Tenet es muy parecido a lo que hicieron con El Origen (Inception, 2010) y las películas de atracos (heist movies). 

CHRISTOPHER NOLAN DEFIENDE LA COMPLEJIDAD DE TENET

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El héroe anónimo

En el centro de este thriller cosmopolita tenemos al Protagonista, quien es reclutado por una organización súper secreta. 

“A menudo, estos personajes son representados como cínicos y severos. Al mismo tiempo, poseen cierto grado de desinterés y autosacrificio por lo que hacen y lo que se espera de ellos, que se apega a un conjunto de éticas y responsabilidad hacia sus colegas”

El elegido del director es el carismático John David Washington, una figura icónica capaz de representar todos esos atributos y encontrar la motivación necesaria para hacer las cosas más extremas, todo por un bien común. 

Este héroe ‘anónimo’ es uno de los tantos engranajes que se ponen en marcha para detener los maquiavélicos planes de Andrei Sator (Kenneth Branagh), un oligarca ruso renegado, con el poder suficiente para desencadenar la Tercera Guerra Mundial… o algo mucho peor. ¿Qué puede ser peor que un holocausto nuclear? Ni lo queremos imaginar, pero para prevenir esta amenaza, el Protagonista deberá dominar el arte de la “inversión del tiempo”.

Si revisamos el catálogo nolaniano, puede ser que el tiempo ya haya sido doblado, retorcido y hasta yuxtapuesto, pero nunca invertido. Olvídense de los viajes temporales porque Tenet lidia con otros conceptos, no científicamente precisos, aunque bastante aproximados a ciertas nociones (y posibilidades) que no están tan alejadas de los límites de la física moderna y la llamada ley de la entropía que, a grandes rasgos, afirma que todas las cosas tienden al desorden. 

A Nolan no le interesan, específicamente, los gobiernos o las potencias, sino la supervivencia del mundo. De ahí, la importancia de un reparto internacional y una trama que nos pasea por siete países y tres continentes diferentes, reafirmando esta idea de amenaza total. “Queríamos que la película trascendiera las fronteras nacionales. No se trata de Estados Unidos per se, se trata de la subsistencia de toda la raza humana. Quería que lo que estuviera en juego fuera evidente y aparente en la variedad de nacionalidades”, afirma el realizador, quien se apoyó en la diversidad de su elenco para expresar esta sensación global, crucial y dramática para el ritmo del film y la construcción a gran escala.    

Cuatro años atrás, Tenet era el ‘evento’ cinematográfico ideal para para volver a las salas de cine después de su cierre, y un blockbuster original en medio de tanta propiedad intelectual explotada (sigue siendo la película original en live action más taquillera de Hollywood en lo que va de la década), que no teme jugar con los géneros y las tramas complicadas. Para muchos, una historia demasiado rebuscada, para otros, una cinta infravalorada que entusiasma mucho más con cada nuevo visionado.   

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Jefa de redacción. Nolaniana incurable. DC me da y me quita.