Celebramos el aniversario de un indiscutido clásico del cine de horror, Un Hombre Lobo Americano en Londres.
Allá por 1969, John Landis daba sus primeros pasos en el mundo del séptimo arte como asistente de producción en El Botín de los Valientes (Kelly’s Heroes, 1970). Mientras filmaban en la campiña yugoslava, atestiguó un hecho que lo inspiró y, al mismo tiempo, le dio la certeza de que jamás podría hacerle frente al mundo de los no muertos.
El incidente en cuestión era un funeral gitano llevado a cabo al costado de un camino. El cuerpo había sido enterrado en una tumba extremadamente profunda y envuelto en ajo para que no pudiera retornar al plano de los vivos. Así surgió esta idea, donde su protagonista atravesaría la misma incertidumbre.
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Los primeros pasos
El primer borrador de Un Hombre Lobo Americano en Londres (An American Werewolf in London, 1981) lo escribió ese mismo año, pero quedó archivado por más de una década. Durante ese tiempo, el realizador se dedicó a hacerse de un nombre en Hollywood y procurarse el financiamiento adecuado –10 millones de dólares– para llevar adelante su visión: “Una historia demasiado terrorífica para ser una comedia y demasiado graciosa para obra de terror”, según los responsables de PolyGram Pictures.
La ambientación en Londres no era negociable, aunque tras varias restricciones por parte de los ingleses, el director amenazó con mudar la acción a la ciudad de París:
“Maggie Thatcher clavó una estaca a través del corazón de la industria cinematográfica británica. Mientras filmaba Un Hombre Lobo Americano en Londres, Warren Beatty hacía lo propio con Rojos (Reds, 1981), y también estaba esta otra pequeña película en progreso titulada Los Cazadores del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981). Todas se llevaron a cabo bajo un acuerdo de impuestos muy satisfactorio denominado Eady Levy, que comenzó en la década del sesenta con el auge de las grandes producciones estadounidenses que cruzaban el charco para sumar elencos y equipos británicos”.
La producción de Landis fue la última que entró en este paquete, pero debía filmarse en las callecitas de Londres, sí o sí.
“Siempre me gustaron esas películas de los años sesenta y las cosas que Dick Lester había hecho con los Beatles. Concebí Hombre Lobo con ese espíritu en mente. Londres era el centro del horror, hogar de Jack el Destripador, Jekyll y Hyde, así que quería todo ese gótico victoriano, pero también mostrar el verdadero Londres de 1981, y la menos cantidad de estadounidenses posible”.
Tanto así, que los únicos americanos de la producción que solicitaron permiso de trabajo fueron Landis, el artista de maquillaje Rick Baker y la pareja protagonista, David Naughton y Griffin Dunne, dos actores casi debutantes. Naughton había llamado la atención del realizador gracias a un comercial de Dr. Pepper, y para Dunne era su primer largometraje, cuya audición consistió en una charla de diez minutos con el director.
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La magia de los efectos prácticos
La verdadera vedette de Un Hombre Lobo Americano en Londres es el maquillaje y los efectos especiales. Landis quería a Rick Baker a toda costa, pero como las fechas de rodaje se seguían aplazando –el director lo tuvo apalabrado durante ocho años–, el mago de los FX se llevó sus ideas a otra producción ‘licántropica’ estrenada ese mismo año: Aullidos (The Howling, 1981) de Joe Dante. Cuando John consiguió finalmente el presupuesto, Baker ya estaba comprometido, aunque accedió a trabajar con Landis un poco a regañadientes, dejando en su lugar a su discípulo Rob Bottin.
Hubo varios desacuerdos en cuanto a la forma que debía adoptar el hombre lobo. Claro que ganó la versión cuadrúpeda del director, una transformación que tomó seis días de rodaje, diez horas de maquillaje diarias, cinco de filmación y otras tres para remover cada pieza del cuerpo de Naughton. El resultado: solo dos minutos en pantalla, aunque el tiempo suficiente para impresionar a las audiencias y a la Academia de Hollywood, que decidió crear la categoría de Mejor Maquillaje con él único propósito de premiar el trabajo de Baker; un hito del género de terror y el séptimo arte en general, que nos sigue maravillando a 43 años de su estreno original, el 21 de agosto de 1981.
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¿De qué se trata Un Hombre Lobo Americano en Londres?
David (David Naughton) y Jack (Griffin Dunne) son dos amigos universitarios de Nueva York que deciden recorrer las ciudades más importantes de Europa como mochileros. De camino a Londres, llegan hasta un pueblito con la intención de hacer parada hasta el día siguiente, pero en la taberna local no son bien recibidos y, tras ser echados, les advierten que no se salgan de la ruta ni se adentren en el bosque porque es noche de luna llena.
Los muchachos igual pierden el rumbo y son atacados por una bestia. Jack muere al instante y David termina en un hospital londinense con algunas heridas producto de algo más dañino que la agresión de un animal. Tras varios días de inconsciencia, David despierta y recibe la visita de su amigo –ahora convertido en un espectro putrefacto– quien le advierte que debe acabar con su vida, ya que ha sido condenado a convertirse en un hombre lobo y saciar su sed de sangre cada vez que asome la luna llena.
Algunos datos curiosos
- David Naughton (David) pasó casi el cuarenta por ciento de la película desnudo.
- Todas las canciones de la banda sonora tienen la palabra ‘luna’ en el título.
- El aullido del licántropo es una combinación de siete u ocho animales, incluyendo un lobo y un elefante.
- La gente reunida alrededor del cine porno realmente creía que había un animal salvaje suelto en la sala.
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