La televisión y el cine están plagados de personajes memorables, muchos por que los amamos, pero otros porque realmente se hacen odiar.
¿Se acuerdan de Scrappy-Doo, el molesto sobrinito de Scooby? Lamentablemente, muchas de nuestras series favoritas están plagadas de estos fastidiosos individuos que, a la larga, terminan afectando el ritmo de la narrativa: haciendo estragos en la trama, yendo al choque con otros personajes o, lo que es peor, despertando nuestros odios más profundos, obligándonos a fantasear sobre su fatídico y (en lo posible) doloroso final. Algo así como el equivalente televisivo de Jar Jar Binks. Se entiende, ¿no?
KIM BAUER – 24
Ningún héroe de acción sería lo que es si no tuviera una hija inaguantable que no para de meterse en problemas (si no, pregúntenle a Bryan Mills). A Jack Bauer le tocó lidiar con terroristas de todo tipo, traidores a la patria, presidentes deshonestos y asesinos a sangre fría, pero nada tan nefasto y peligroso como Kim (Elisha Cuthbert) que, en la mayoría de las temporadas de la serie original, parece empecinada en hacer totalmente lo contrario a lo que le dice su sabio progenitor. Culpamos a esos padres modernos y permisivos que crían hijos que, a la larga, se vuelven problemáticos y ‘ahuyenta televidentes’.
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NIKKI Y PAULO – LOST
Imagínense si se hubieran cumplido las verdaderas intenciones de los realizadores, que pretendían darle un desarrollo más extenso a la historia de esta dupla televisiva. Por suerte, se dieron cuenta a tiempo que la mayoría de los mortales odiaron la introducción de Nikki (Kiele Sánchez) y Paulo (Rodrigo Santoro), quienes antes de estrellarse en la isla no eran más que dos codiciosos ladrones amantes y asesinos; ahora más preocupados por recuperar unos diamantes, que por todos los conflictos que suceden a su alrededor. El castigo fue inminente y terminaron enterrados vivos por equivocación… la de sus compañeros sobrevivientes, no de los guionistas que decidieron cortar por lo sano.
LYSA ARRYN – GAME OF THRONES
Habiendo tantas diferencias entre algunos personajes de la saga literaria de George R. R. Martin y su contrapartida televisiva, se podría haber hecho algo con respecto a la viuda Arryn (Kate Dickie). Sus celos, sus caprichos, sus inseguridades y esa maldita costumbre de amamantar a su heredero (no tan pequeño) en frente de todos los presentes son razones suficientes para sumarla a esta lista. La locura, dicen, es como la gravedad y solo se necesita un pequeño empujón… en este caso, a través de la Puerta de la Luna. Gracias George, gracias Meñique y gracias a los guionistas, que la mostraron relativamente poco y nos libraron de semejante tortura.
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ROSS GELLER – FRIENDS
Alguien tenía que decirlo: 30 años después, Ross (David Schwimmer) es uno de los personajes más tóxicos y molestos que nos dejó la TV. Hasta las tonterías más grandes de Joey y la competitividad de Monica son más aceptables –y queribles– que el hacer de este sesudo paleontólogo que confunde el nombre de su futura esposa, no sabe medir el tiempo necesario para adquirir un buen bronceado o se escuda en un “We were on a break” para engañar a su novia. Admitámoslo, si no fuera por la linda parejita que hace con Rachel, hubiésemos pedido su cabeza al tercer capítulo de la primera temporada… después de descubrir que su cónyuge es lesbiana.
DEBRA MORGAN – DEXTER
Gracias a Deb (Jennifer Carpenter) –o por culpa de ella– quedó demostrado que los asesinos seriales deberían ser hijos únicos o, al menos, no tener hermanastras con confusos sentimientos románticos y un horrible criterio a la hora de elegir pareja. Supuestamente, la joven Morgan es una de las pocas personas capaces de lograr que aflore cierta humanidad de la conducta psicópata de Dexter, pero si lo analizamos en profundidad, resulta que la chica está tan ‘chapita’ como su hermano. Tampoco es la mejor detective del mundo, si tenemos en consideración todo ese tiempo que pasó junto a un maniático criminal, sin siquiera darse cuenta.
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