lunes, enero 27, 2025

Se cumplieron 17 años desde el estreno de una de las series que marcó una época, Breaking Bad, y no podríamos dejar de homenajearla.

Walter White da por hecho que el 99,888042% de nuestro cuerpo está compuesto de elementos químicos. Intuye que algo falta, porque no está del todo convencido de que el ser humano sea solo un montón de sustancias en constante reacción. Pero al sugerírsele que el porcentaje restante podría tratarse del alma, él lo desecha de sus cálculos como a un componente extraño e irreconocible. Walter es uno de los tantos ejemplos de la última era dorada de la TV: personajes moralmente ambiguos, acordes a un mundo ‘moderno’ más cínico, que llegaron para reemplazar a esos hombres y mujeres de intachable honestidad, consecuencia de una época catódica más naïve, por así decirlo.  

Este ‘fenómeno’ del antihéroe llegó de la mano del cable premium y su libertad para tratar todo tipo de temáticas. Más precisamente, gracias a Los Soprano (The Sopranos, 1999-2007), donde Tony (James Gandolfini), jefe mafioso y cabeza de familia, debe lidiar con todos sus conflictos personales, tanto en casa como en los negocios, en un contexto de drama criminal donde la violencia excesiva no es gratuita. A diferencia de la serie de HBO y otras tantas, Breaking Bad (2008-2013) está construida sobre la premisa de que hay una gran diferencia entre lo que está bien y lo que está mal, y es la única donde los personajes ‘deciden’ cómo vivir sus vidas. Acá, el mayor interrogante es: ¿qué hace que un hombre sea malo? ¿Sus acciones, sus motivos o su disposición a convertirse en una mala persona?

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Breaking Bad Gus
AMC

No ponemos las manos en el fuego por ninguno de sus personajes, pero no dudamos de la integridad moral de Vince Gilligan –creador de Breaking Bad–, quien asegura que la lección más grande de la serie es que las acciones tienen consecuencias: “Siento una necesidad de expiación, de justicia divina o algo por el estilo. Me gusta creer que hay un castigo, que el karma entra en acción en algún momento, aunque tarde años o décadas”.  

Un ejemplo fascinante es el accidente aéreo que ocurre en la segunda temporada, al que Gilligan denomina: “Un intento de visualizar el terrible dolor que Walt le ha causado a sus seres queridos y la condena de Dios”. O el hecho de que los protagonistas son conscientes del destino que les espera. Como diría el profesor a su compañero de andanzas: “Si creés que hay un infierno… ya estamos más o menos cerca.”    

Un tal Werner Karl Heisenberg enunció: “Las ideas no son responsables de lo que los hombres hacen con ellas”. En el caso de Breaking Bad, todo el mérito recae sobre un solo hombre, Vince Gilligan. Allá por el año 2005, este guionista, director y productor –responsable de algunos de los mejores episodios de Los Expedientes Secretos X (The X Files, 1993-2002)– andaba desempleado y, durante una charla catártica junto a su ex compañero Tom Schnauz, conjeturaron sobre qué otra cosa podrían hacer si no lograban sacar adelante algún proyecto. No se sabe con exactitud a quién se le ocurrió que sería una gran idea armar un laboratorio de metanfetamina en la parte trasera de una casa rodante y salir por todo el país a hacer plata. Pero como una epifanía, esta premisa comenzó a formarse en la loca cabecita de Vince y ya no pudo parar: “Tenía a este personaje en toda regla, este buen hombre respetuoso de la ley que, de repente, decide convertirse en un criminal”.

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Series Breaking Bad
AMC

A veces, las mejores ideas del mundo no son las más fáciles de vender. Según el productor: “Estaba tan intrigado por el personaje que no le di mucha importancia a cuán comercial podía ser, lo cual es genial, porque esta es una historia extraña y oscura que no se la encajás a cualquiera tan fácilmente”. Por suerte, después de ser rechazada por casi todas las cadenas televisivas, AMC decidió darle una oportunidad y el 20 de enero de 2008, Breaking Bad emitía su primer capítulo. 

El éxito de la serie tomó a todos por sorpresa, en especial a su creador, que tuvo que tratar que la presión del medio no interfiriera con sus instintos creativos: “Uno tiende a ser un poco más sensacionalista para mantener al público enganchado”. Pero Gilligan aprendió que es mucho mejor mantener la simplicidad de la historia y de los personajes, en vez de largar todo de una para complacer a una audiencia que se pone cada vez más exigente: “Aprendí que menos es más y que, a veces, es un beneficio cuando uno no tira toda la casa por la ventana”.

Al comienzo de esta historia, situada en Albuquerque (Nuevo México), nos encontramos a Walter White (Bryan Cranston), un abnegado profesor de química cuya vida se torna patas para arriba cuando se entera de que padece un cáncer de pulmón inoperable. Para afrontar los gastos médicos y asegurar el bienestar económico de su embarazadísima esposa Skyler (Anna Gunn) y de Walter, Jr. (RJ Mitte), su hijo adolescente minusválido, decide ‘asociarse’ con Jesse Pinkman (Aaron Paul) –un ex alumno– para cocinar y vender cristales de metanfetamina de la más alta calidad. Lo que al principio parece ser una buena solución, pronto se convierte en un negocio turbio y peligroso, que pone su vida y las de sus allegados en situaciones bastante comprometidas.

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Breaking Bad
AMC

Lo de Walt y Jesse es ensayo y error. No solo en lo que se refiere a la fabricación de su producto, sino a las múltiples actividades ilegales que se derivan de ello. Su inexperiencia en el crimen –y esa extraña relación que mantienen como maestro y alumno–, rodeada en un principio de toques de comedia y mucho humor negro, dejó paso a un tono más dramático y oscuro donde emerge el tan temible Heisenberg, ‘alter ego’ de nuestro protagonista (algo así como el Hyde del doctor Jekyll).

Gilligan confesó que, en más de una ocasión, le costó escribir sobre Walter por ser tan siniestro y moralmente cuestionable: “Voy a extrañar el show cuando termine, pero en cierta medida, va a ser un alivio no tener al tipo nunca más metido en mi cabeza”, decía por aquel entonces. Con la progresión de la serie, tanto él como el resto de los escritores se aseguraron de que el señor White se volviera un poquitín más antipático: “Sin duda, pasó de ser el protagonista a ser el antagonista. Queremos que la gente se cuestione a quien están apoyando y por qué”. 

Son varios los motivos por los que Breaking Bad quedó estampada en la historia televisiva como una de las mejores series de todos los tiempos. El impecable perfil y desarrollo de cada uno de sus personajes –ya sean principales o secundarios– es uno de ellos, desde la caracterización hasta como son representados. Todos cumplen un propósito específico, enriqueciendo una trama que concentra cada elemento en un pequeño universo de lugares y situaciones meticulosamente controlado; esencial para sostener el ritmo de una historia (para muchos) perfecta, que supo mantener a la audiencia en vilo a lo largo de sus cinco temporadas.

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Jefa de redacción. Nolaniana incurable. DC me da y me quita.